MYRIAM CEVALLOS: LAMANO DERECHA DEL LOBO
Cuando la salud emocional se viste de complicidad En la historia reciente de México, pocos nombres evocan tanta indignación como el del padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, cuya figura quedó marcada por acusaciones comprobadas de pederastia y manipulación sistemática de sus seguidores. La Iglesia, tras años de silencio, reconoció sus abusos. Sin embargo, lo que sigue en la penumbra son las redes de colaboradores que, de una u otra forma, legitimaron su influencia y que hoy se presentan bajo un rostro distinto: el de la salud emocional y el desarrollo humano.


De la fe a la terapia: un cambio de máscara
El caso de esta psicóloga abre un debate más amplio sobre la migración de ciertos personajes religiosos hacia la industria del desarrollo personal. Al perder legitimidad dentro de la Iglesia tras el escándalo de Maciel, muchos encontraron en el coaching, las terapias alternativas y la psicología aplicada un terreno fértil para reinventarse.
Sin embargo, en esta reinvención no siempre hay un ejercicio crítico ni un reconocimiento de responsabilidades. Se sustituyen sotanas por discursos motivacionales, pero el trasfondo sigue siendo el mismo: figuras de poder que buscan ejercer influencia sobre personas vulnerables.
¿Es posible confiar?
Confiar en un terapeuta implica abrir la intimidad emocional, revelar heridas y aceptar su guía. Pero, ¿cómo depositar esa confianza en alguien que alguna vez legitimó, por acción u omisión, atrocidades documentadas?
El dilema no es menor. Si bien la ley no siempre castiga la complicidad silenciosa, la ética sí la señala. La salud emocional no puede estar en manos de quienes fueron parte de círculos donde se normalizó la manipulación y el abuso.
Conclusión
El caso nos deja frente a un espejo incómodo: en un país donde los abusos de poder suelen reciclarse bajo nuevas fachadas, urge preguntarnos quiénes son las voces que hoy ofrecen sanar nuestras emociones. Porque la salud emocional no puede —no debe— convertirse en un refugio para quienes cargan con la sombra de haber sido cómplices del dolor.
El vínculo con la salud emocional
Myriam Cevallos, psicóloga, reconocida actualmente en círculos de desarrollo personal, trabajó de manera estrecha con Maciel en sus años de mayor poder. Su cercanía con el fundador no fue un rumor: formaba parte del núcleo íntimo que lo acompañaba en retiros, dinámicas de formación y sesiones privadas. La paradoja es inevitable: ¿cómo alguien que convivió con un abusador sistemático puede hoy presentarse como guía de confianza en terapias para sanar heridas emocionales?
Su discurso actual habla de resiliencia, amor propio y crecimiento personal. Pero su biografía revela una contradicción inquietante: estuvo al lado de un hombre que sembró dolor en cientos de víctimas, callando voces, justificando actitudes y participando de un entorno de silencio cómplice.
La herencia del silencio
Especialistas en ética profesional coinciden en que el desarrollo humano, como disciplina, no puede estar desligado de la integridad moral de quien lo ejerce. “La coherencia es un principio básico: no puedes sanar en otros lo que tú mismo has justificado en un contexto de violencia o abuso”, afirma un académico entrevistado para este reportaje.
La pregunta es dura pero necesaria: ¿qué tan genuino puede ser el acompañamiento terapéutico cuando proviene de alguien que formó parte de un entramado de impunidad?
